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Tren al sur…destino Chillán

Abr 1, 2017

Es sábado 1 de abril de 2017. Buen comienzo de mes si ya voy embarcada en un nuevo y excitante viaje por Chile. Excitante porque puedo moverme – como poquísimas veces se puede – en tren. Excitante porque mi destino es Chillán y su primera Fiesta de la Vendimia en Chillán Viejo. Lugares que no conozco y eso le agrega expectación a todo viaje. Excitante, porque de Chillán se llega al valle de Itata, un sector del secano costero de la provincia de Ñuble que hace pocos años está dando que hablar por sus vinos de cepas centenarias mantenidas por pequeñísimos agricultores.

Sobre rieles

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Quiero hacerles una didáctica idea de cómo he llegado a sentarme en el asiento #10 del coche n.2 del tren recorrido Alameda – Chillán. Muy fácil: Entré al sitio web de Tren Central (es lo mismo que EFE –  Empresas de Ferrocarriles del Estado web) y como cualquier otro sitio de compra electrónica, obtuve mi ticket online. La hora de salida era a las 8:15 de la mañana y bajando de la estación de Metro Estación Central todo parecía normal.

(Nota de ayuda: No necesitan imprimir el ticket electrónico aunque la cajera de la caseta se los diga. Ya me chequearon en mi asiento y mostrando el PDF en pantalla, la inspectora toma tu número y ya. Ok.)

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Sin embargo, sí pueden ocurrir contratiempos al llegar al coche y es que te avisen allí mismo que «debido a trabajos en la vía,  desde aproximadamente un mes, hay retrasos». Si lo sabían desde hace un mes, digo yo, podrían haberlo avisado por redes sociales o en el mismo sitio web donde compré el boleto. O es muy tonto lo que estoy diciendo? En fin que no salimos ni 10 minutos atrasados de Santiago pero se supone que en el trayecto sí habrán detenciones. Así es que en lugar de llegar a Chillán a las 13 hrs. no sé aún a qué hora llegaré. Tranquilos: ¡No duden que les avisaré!

Mientras tanto el tren avanza y ya antes de llegar a Rancagua el clima ha cambiado abruptamente a una bruma de campo de invierno profundo. Hermoso.

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Breve contexto sobre trenes en Chile

Hasta los años 70 existió en Chile, de norte a sur (hasta Chiloé incluso, aunque con muchos tropiezos) una extensa red ferroviaria que le daba no sólo conectividad de norte a sur, si no de mar a cordillera a través de sus «ramales». En tren llegaron cientos y miles de campesinos a Santiago a inicios del siglo XX. El tren nos colocó en el mapa mundial al hacer el primer viaje en locomotora, allá por 1851 , entre Caldera y Copiapó. (Hoy esa locomotora está en exposición permanente en el patio de la Universidad de Atacama en Copiapó). 41 kilómetros que marcaron una senda de progreso al acercar campo/ ciudad, personas, actividades y luego, los territorios recién incorporados tras la Guerra del Pacífico. El tren desafió siempre nuestra geografía y nuestra ingeniería y como muestra ahí está desde 1891, el puente Malleco. Dicen que hecho con fierros de la fábrica del mismísimo Eiffel (como la Estación Central de trenes de donde salí en Santiago que mantiene ese arco tradicional). En el norte mismo aceleró la actividad minera y, de hecho, los pocos trenes que aún subsisten son esos largos vagones nocturnos cargados de cobre en bruto.

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Esa línea tan larga como la geografía chilena se rompió a mediados de los 70. Sin entrar en disquisiciones políticas es sabido que fue durante el Gobierno militar de Pinochet que no solo se desmantelaron empresas públicas, si no que en el caso del tren, este desmantelamiento incluyó a la Empresa de Ferrocarriles del Estado – EFE- , y se reemplazó así sin más el tren por el bus. No solo eso, y es lo peor a la luz de la actualidad, se sacaron los rieles, se abandonaron estaciones, se cortó un país. El norte se hizo cada vez más lejano, el sur más inaccesible y los ramales perdieron su centro de origen. La excepción fue el Ramal de Talca – Constitución conocido precisamente como «el último ramal de Chile» (hoy también Buscarril), que bordea la ribera del río Maule parando en pequeños poblados (ver más en www.sernatur.cl y www.trencentral.cl – buscarril turístico ver Trenes turísticos ). También desapareció el Tren Militar que subía desde la estación de Puente Alto, pasaba por San José de Maipo hasta El Volcán. Hermoso recorrido por la precordillera andina del que muchos no tan viejos aún se acuerdan, y cuyos restos pueden seguirse en sector El melocotón (ver www.cajondelmaipo.com).

Trenes en sobrevivencia

Tren Ruta del Espumante (1)

Hoy quedan algunos trenes haciendo patria y hay que aprovecharlos: está el Ramal o Buscarril mencionado; el Tren del Recuerdo que una vez al mes va de Alameda a San Antonio ida y vuelta en el día; el tren Sabores Del Valle, que en su versión renovada post terremoto del 2010 va de Estación San Fernando hasta Santa Cruz en Colchagua y que se combina con bus, visitas a viñas y valles cercanos; el tren Sabores del Maule que llega hasta San Rafael con música en vivo y degustaciones; el Tren Sabores Vinos & Espumante que permite recorrer viñas del valle de Curicó (va de Santiago a Molina) y su próxima salida es el 8 de abril; y El Valdiviano, un tren que llega hasta Antilhue pero que funciona solo en verano, es decir, primeros días de marzo (ver web EFE) . Y el Tren Temuco – que es operado por Terrasur – y que llega hasta Temuco y Victoria. Hay otros que aparecen y desaparecen como uno que sale de Arica – Poconchile y otro desde Los Andes, pero en estos casos es mejor verificar sus salidas y temporadas en la web de Tren Central, yendo a Trenes Turísticos (Web) y EFE (web EFE a Trenes Turísticos)

Los nostálgicos pueden estar tranquilos en Chile pues los trenes están llenos de pasado, de estaciones que el tiempo poco a poco ha ido destruyendo y que pese a terremotos y devaneos políticos, aun resisten el borrón completo del mapa. Son lugares donde el tiempo se detuvo pero también lugares de paso por definición: Están llenos de rieles y también de poesía, como el mismo Pablo Neruda lo supo porque padre era ferroviario. De este padre sabemos algo más de esos trenes a carbón, conocemos su capote, quizás hasta lo olemos en una mañana invernal y seguimos su poesía en algunas líneas disueltas en lluvia, humedad,  infancia y nostalgia. El tren nos inspira a todos. Y uno de los más inspirados chilenos fueron Los Prisioneros con su hit musical Tren al sur. En este mismo momento, la chica que va sentada detrás mío junto a su pololo venezolano entonó «tren al suuuuur» parafraseando a Jorge González. Para quienes no conocen la canción (como el pololo venezolano de la chica de atrás que ni pescó la referencia) aquí va el link (Tren al Sur canción ) y sus primeras líneas…

«Siete y media de la mañana
mi asiento toca la ventana
estación central, segundo carro
del ferrocarril que me llevará al sur»

(Nota mental: Nadie que quiera conocer Chile, recorrerlo o entender la herida que nos dejaron las desmanteladas vías ferroviarias, puede dejar de escuchar esta canción. ¡Nadie!)

Sigo en ruta al sur

Vuelvo a mirar por la ventana y ya son las 10:23 de esta mañana de abril cuando nos detenemos en la estación San Fernando. Solo 5 minutos para intentar adivinar la vida de esta ciudad que ha crecido al alero de la independencia, del campo latifundista y del vino, pero que el tren solo permite adivinar. En resumen: No se guíen por la apariencia de ésta ni de ninguna de las estaciones. Conozco más sus ciudades y son mucho más vivas que la expresión triste y abandonada que dejan sus fierros y letreros de madera deslavados. Divago quizás por el vaivén regular del tren y a las 10:50 llego a Estación Curicó, otro polo vitivinícola del valle central. Si alguien se bajara en esta estación descubriría a pocos metros su mercado Felicur – Feria Libre de Curicó – con sus puestos de frutos secos y los imprescindibles orejones de pera; las teteras enlozadas de colores; los huevos de campo; los colgajos de conejos y hasta unas madrugadoras cocinerías laterales atendidas por señoras de campo, con fogón eternamente prendido, ideales para tomarse un buen desayuno de huevo en paila y marraqueta o una cazuela de pava (salen en invierno). Por buen camino se podrá mover y comer en Curicó. ¡No lo dude! Y se lo digo porque aún sin bajarse, están las señoras de delantal blanco y canastos vendiendo dulces chilenos a luca. Una de ellas es Hilda Benítez, la de la foto. Silenciosa y tímida, ninguna de las vendedoras le gritará su oferta así es que salga del vagón, pregunte y compre.

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«No se guíen por la apariencia de ésta ni de ninguna de las estaciones. Conozco más sus ciudades y son mucho más vivas que la expresión triste y abandonada que dejan sus fierros y letreros de madera deslavados.»

Comida rápida

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Para los desprevenidos que no traen cocaví de casa, en el tren existe una Cafetería que ofrece sánguches como Barros Luco, churrascos y pizzas. El encargado pasa tomando las órdenes por los asientos y rato después regresa con el pedido. Tal es la confianza que después regresa con la máquina a cobrarle. Si no, usted puede pararse, ir solito y tomarse el cafecito en el mismo vagón-bar. Precios de referencia: Café o lata de bebida a $1000 y maní a $500. Ni una fruta, por cierto.

Sirviendo café en el tren

Lejos del hambre, nos acercamos a Molina cuando el reloj marca las 11:05. Debo decir que ésta es una de las estaciones más lindas del recorrido, además de la más limpia y bien cuidada. De Molina puede subir al Parque Siete Tazas, una de las principales atracciones de la Región del Maule. Rico destino familiar, de camping, trekking o plan mochileros de poco presupuesto.

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Pero como yo voy destino Chillán, déjenme seguir hasta la siguiente estación: Talca. Grande Talca. Capital regional. La del dicho Talca- París y Londres. La del tren de las 11:40. Pero los buenos tiempos parecen haber quedado atrás porque la estación es – sin rodeos – fea y anodina. Si quiere se lo digo con otra palabra: Olvidable. Así mejor seguimos más al sur y pasando a la 8a Region, al mediodía llegamos a San Javier. No conozco San Javier y su estación no dice mucho tampoco. No me pronuncio.

Estacion San Carlos Chile

Así calladita me detengo en Parral a las 12:45 y a las 13:20 llegamos a San Carlos con la ilusión de que falta muy poco para mi destino final. Ojo que en esta ciudad nacieron los hermanos Parra: Nicanor, Lalo y Violeta Parra, la autora de Gracias a la Vida . El 4 de octubre de este 2017 se celebrará el centenario de su nacimiento y seguramente San Carlos se llenará de música. Eso espero. Aquí Material educativo que cuenta su vida.

¿Chillán, dónde estás?

Estación Chillán

Son las 13: 45 pm. Y sin parafernalia ni tanto retraso aparece Chillán, pronta a convertirse en la capital de la futura Región de Ñuble (hoy pertenece a la región del BioBío)

Ya no quedamos más de una treintena de pasajeros por desembarcar. Caemos pesados y aletargados en tierra chillaneja. Sábado caluroso de otoño, sábado de breves abrazos, silencios y brisa huidiza. ¿Será así la ciudad? ¿Callada, esquiva, arrugada y plana como parece su estación?

Niño estación Chillán

Una ciudad que se dividió y resistió a tantos terremotos; que combina en sus archivos haber sido cuna del virtuoso pianista clásico Claudio Arrau; que sigue siendo famosa por sus longanizas, charquis y perniles de chancho y que se dejó colorear por los murales de Siqueiros, no debería ser tan plana ni descolorida…

Así es que cuando me asomo por Av. Brasil todas las respuestas están abiertas a mi caminar. Solo sé que mi destino final es la Plaza de Chillán Viejo donde los viñateros del Valle de Itata están desde el jueves celebrando su Primera Fiesta de la Vendimia y abriendo vinos de etiquetas que no debe despreciar como Tinto de Rulo, Jarduá, 3 Monos, Brutall (proyecto asociativo – solo espumantes), Terroir Sonoro o Bandido Neira (ruta del vino del Valle de Itata) Algunos de estos vinos se pueden comprar en pequeñas vinotecas como Santiago Wine Club o Vinomio o contactar directamente a los productores y ellos mandan las cajas a donde sea. ¡Eso me dijeron!

Desde la plaza de Chillán Viejo el tren parece un lejano recuerdo al que volveré para regresar a Santiago. Domingo. Hora de salida, 17:40. Y con mucha puntualidad, hay que decirlo.

Boletería Chillán 2017