La prehistoria de esta historia
Al chileno no le gusta estudiar historia de Chile. Pero sí le gusta leer la historia menuda de Chile, saber algo de anécdota para lucirse en la sobremesa y así también le gustan las novelas históricas. En resumen, podríamos decir que sí, le interesa la historia pero bien digerida, adornada, entretenida e interpretada.
Aseguro esto a la luz de las cifras de venta de libros de ficción y no ficción que aparecen en el Top de Ventas de librerías (nunca he estado muy de acuerdo con ese ranking, pero esa es otra historia). Con el éxito mediático de la «Historia secreta de Chile » de Jorge Baradit; «Balmaceda, la guerra entre chilenos» de Carlos Tromben; los libros sobre la pampa calichera y del norte grande de Rivera Letelier, por no mencionar autores más académicos, si no aquellos que se ven en la «cuneta», es decir, pirateados.
Lección de historia 1: Un hotel es mucho más que un hotel
Soy periodista de viajes, así es que si creen que voy a competir con novelistas e historiadores, no se preocupen. Sigamos leyendo tranquilos… Yo solo quiero hacer memoria, porque los viajes fabrican memoria, y abrirles algunas páginas olvidadas de la historia de Chile que no están en hojas de papel, sino guardadas en algunos hoteles – de los que quedan – en un país que le tiene miedo o desdén a la memoria.
Es también mi manera de darles ideas para disfrutar la Independencia de Chile, tener unas «Fiestas Patrias» o, como también le decimos en Chile, un «Dieciocho» de septiembre distinto, y aún así viajado, sabroso, memorioso y nostálgico, pero nunca-nunca pero nunca aburrido.
Hacienda Juntas – Monte Patria – 30 minutos desde Ovalle.
Si el primer dueño de la entonces llamada Estancia Monterrey, el conquistador Pedro de Cisternas, se asomara hoy por alguna de sus ventanas, vería el mismo río Grande juntarse con el Rapel, un paisaje de viñas, mucho ganado y, como dicen los registros de la época, “esclavos que omito por notorio”. Casi 200 años después, nosotros los huéspedes de una de las únicas haciendas centenarias que quedan en pie en la Región de Coquimbo, vemos el río Grande, las montañas de piedra y roca enrojecida por la luz del atardecer, una piscina a temperatura ideal, el picadero, sendos corredores salpicados de bugambilias y una tranquildad que parece haber traspasado los años y las turbulencias de la Colonia, de la Reconquista y de la Patria Nueva. La Hacienda Juntas no fue una espectadora pasiva de estos sucesos fundacionales, sino que se involucró activamente aportando hombres a la denominada Legión Patriótica después de la Batalla de Rancagua. Se cree que por ahí pasó el oficial a cargo de la Columna Norte del Ejército, Juan Manuel Cabot, invitado por el entonces dueño, el genovés Felipe Masnata, a alojarse y cambiar de caballos en la hacienda después de cruzar por el paso de Tulahuén en febrero de 1817. El mismo Masnata peleó en la Batalla de Chacabuco, el 12 de febrero de 1817, en la cual combatieron el Ejército de los Andes, formado por tropas de las Provincias Unidas del Río de la Plata y chilenas exiliadas en Mendoza, contra las tropas realistas, momento en que se consolida el camino hacia la independencia y que para algunos marca la verdadera fecha en que deberíamos celebrarla de Chile. Pero pocos conocen que al mismo tiempo ocurrió la batalla de Salala, que aseguró el flanco norte. El tema es tan actual que en febrero de este año se recreó parte de ese viaje de dos semanas por el paso de Guana y la Hacienda Juntas volvió a ser el epicentro de jinetes chilenos y argentinos. De hecho, parece que los caballos siempre han estado en ese lugar donde aún resuenan sus cascos gracias a que la familia propietaria desde 1892, los Claussen, mantiene una cancha de salto con caballos criollos, aunque sea para cabalgatas tranquilas por el cerro San Juan.
Dirección: Camino Ovalle a Carén km. 38. Provincia del Limarí. Monte Patria.
Teléfono: 53 711 290 / 711 499
Servicios: Piscina, juegos infantiles, capilla para matrimonios, cabalgatas, sala de juegos, cancha de tenis, noches de cine, tinajas de agua caliente, masajes, caminatas y observación de estrellas.
Habitaciones: 18 entre single, dobles, triples y adaptables a familias.
Precios: Desde $74.000 a $109.000 por noche.
30% descuento alojamiento por Promoción Fiestas Patrias.
18 de septiembre – Asado Campestre con actividades típicas chilenas – de 13 a 16hrs.
Hacienda Histórica Marchigüe – 40 minutos desde Santa Cruz
¿Qué tiene que ver la localidad de Marchigüe, en pleno secano de Colchagua, con la calle Loreto en Santiago? Mucho. En 1865, cuando el intendente Vicuña Mackenna organiza el primer concurso de belleza del que se tiene registro en Chile, Loreto Iñigüez Vicuña, una de las siete hijas de Pedro Felipe Iñigüez, entonces dueño de la Hacienda, gana el cetro y, como parte del premio, recibe un puente y una calle con su nombre. Así de imbricada está la historia “pequeña” de Chile con la hacienda San José de Logroño, nombre con el que fue bautizada por sus primeros propietarios civiles, los Iñigüez, a fines del siglo XVII. Y no hay manera de hacer breve esta historia pues comienza con los jesuitas como encomienda de tierras y posta de cambio de caballares. Un lugar de tránsito que imaginamos efervescente y ruidoso, un ejemplo de organización que ya se quisiera el Transantiago o cualquier taller mecánico en la actualidad. Los caminos reales de la costa estaban organizados de tal forma que, al cabo de tres días de viaje, los jinetes podían llegar a una posta, dejar sus caballos al cuidado de los jesuitas, retomar el camino con animales descansados y así continuar, posta tras posta, hasta llegar a destino. De regreso, pagaban los servicios y recobraban sus caballos. Así transcurrió el transporte hasta que en 1767 los jesuitas fueron expulsados de los territorios españoles. Pero esta presencia aún puede rastrearse en el hotel, en los nombres de las habitaciones que siguen el orden en el que se organizaba la vida religiosa: La Capilla, que era ocupada por el padre superior, es la habitación 1; luego venía la enfermería, la secretaría y el actual salón principal del hotel era la herrería. Claro que hoy la historia no la cuentan los jesuitas, tampoco Guillermo Ovalle, quien crea los jardines y planta las palmeras que disfrutamos hoy, ni tampoco su dueña actual, Vivian Jonnes, sino Diego Vergara Lira, heredero de la familia que tuvo la hacienda desde 1773 hasta el 2003, quien ofrece visitas guiadas por la propiedad y sus alrededores. Un lujo que no hay que perderse.
Dirección: Fundo los Maitenes s/n., Marchigüe, Valle de Colchagua.
Teléfono: 56 9 52374893.
Servicios: Piscina, restaurant, trago de bienvenida y charla histórica, cava, cabalgatas, senderismo, tour guiados por hacienda, huerta, salones de juegos, masajes, asado al palo.
23 habitaciones y 3 departamentos con instalaciones familiares.
Promoción Fiestas Patrias: 3 ó 4 noches – 15 a 19 de septiembre – que incluyen brindis en cava con charla histórica, tour histórico, cordero al palo, bicicletas, caminatas guiadas, competencias de volantín, carreras de sacos y actividades familiares como recolección de huevos. Tarifas: $243 p/p en habitación tradicional y depto. familias 4 personas $199.300.-
Hotel Casa Real – Buin – 45 minutos de Santiago
La historia de Chile no puede contarse sin unas cuantas botellas de vino, sin una heroína y una rima. Para empezar por los vinos, quizás ningún lugar, menos tan cerca de Santiago, permite descorchar tantos recuerdos como esta casona de la Viña Santa Rita que perteneció a Domingo Fernández Concha, banquero y senador conservador, que la compró en 1879.
Antes que él, Antonio Chacón Quiroga, alcalde de Santiago en 1647, había tenido la idea de plantar las primeras viñas para hacerse de vino y aguardiente, pero Fernández Concha impulsó la producción, plantó cepas francesas, trajo encorchadoras y prensas de Francia e hizo cubas y bodegas con tanto entusiasmo que ya en 1882 vendía vino. Para tener una idea de la importancia de Santa Rita en la economía nacional, en 1947 sus 359 hectáreas, incluyendo la casa patronal que data de 1882, la convertían en la propiedad más extensa del país después de Casablanca de Lontué.
La heroína de esta historia es Paula Jaraquemada quien se dice que en marzo de 1818 alojó, en lo que hoy es el restaurante de la viña, a 120 soldados malheridos que regresaban de la derrota de Cancha Rayada y por eso 120 es la insignia de uno de los vinos más tradicionales de la viña.
Las rimas son en cambio las de Vicente Huidobro Fernández, el autor de Altazor, nieto de Domingo, y quien pasó los veranos de su infancia en esos jardines.
Hasta 1979 la numerosa familia celebró almuerzos y matrimonios y seguramente muchos asuntos políticos se fraguaron entre la casona y la capilla. Gran parte de la distribución actual del Hotel mantiene los espacios originales; el recibo, el salón rojo, el comedor, la galería y la sala de billar se mantienen igual al original, incluyendo el mobiliario. Las pinturas y frescos del comedor, muchos de los pisos y otros espacios siguen siendo las que se instalaron originalmente. Incluso la enorme buganvilia de la entrada a la casa, es tan paradigmática que le da nombre a una línea de vinos tintos de Santa Rita. Lo que hoy son las salas de estar eran antiguamente los dormitorios de los dueños de casa, don Domingo Fernández Concha y María Luisa.
Dirección: Camino Padre Hurtado 0695. Alto Jahuel. Buin.
Teléfono: 2 2 362 2555
Servicios: Restaurant Casa Real, Restaurant Doña Paula, caminatas, bicicletas, piscina, sauna, sala de billar, picnics, capilla, tour bodega con degustación de vinos, sunset y visita Museo Andino.
16 habitaciones (5 suites). Admiten niños desde 12 años. No mascotas.
Precios Temporada Baja hasta 30 septiembre:
- Full Board: Habitación doble desde $210.800 a $280.000 p/p.
- Programa B&B
Hotel Antumalal – Pucón – 1:30 hrs. desde Temuco.
Muchas grandes hazañas de la historia, como la construcción del que puede ser el primer hotel boutique y sustentable en Chile, allá en los años 50, comienzan por anécdotas cotidianas, menudas y casi -casi azarosas. Así ocurrió en el caso del Hotel Antumalal, que de ser una cafetería, pasó a ser hotel y hoy hotel, con spa, parque, restaurante y uno de los 25 mejores pequeños hoteles de Chile según Tripadvisor.
Les cuento la anécdota que me transmitió Rony Pollak, hija de los pioneros Guillermo y Catalina, quienes junto a la abuela materna Davita, conforman la familia llegada a Chile desde Praga buscando no solo «huir» de la guerra, si no que atraída por la nieve, la aventura y la naturaleza más virgen.
En esos años, los Pollak regentaban una cafetería – salón de té – ubicada a orillas del lago Villarrica, donde servían kuchenes y exquisiteces de su natal Praga. Hasta esa casita (hoy es la llamada Casa Lago) llegaban los lanchones de los vecinos a tomar tecito, ver y dejarse ver, en una zona que poco y nada conocía de hoteles o salones de té fuera de Santiago. En esa época, hay que imaginar que, como gran hito, solo existía el Hotel Pucón.
Por gestiones del alcalde de la época y de Guillermo Pollak, el entonces Presidente de Chile, Gabriel González Videla, que se alojaba en el Hotel Pucón, llegó a tomar té al Café del Lago. En un acto de arrojo que solo los que están anclados a un sueño como lo estaba Guillermo Pollak, realizan, se acercó a pedirle un préstamo al Presidente González Videla. Su sueño era construir un hotel que fuera un «orgullo para Chile». Fue así como se gestó el primer crédito CORFO de la historia de Chile, un hito que abrió el camino para que Pucón se convirtiera en el polo turístico internacional que hoy conocemos.
Solo el empecinamiento de la familia Pollak, y la visión arquitectónica de Jorge Elton, pudieron convertir una ladera de bosque valdiviano virgen y sin caminos de acceso, en un ejemplo de arquitectura sustentable con reminiscencias Bauhaus, que sigue dando que hablar en las escuelas de arquitectura.
La arquitectura, la naturaleza, el paisaje y la historia se viven en cada detalle del Antumalal. En sus paredes plagadas de fotos se puede ver, por ejemplo, a unos jovencísimos reyes Isabel y Felipe de Inglaterra; a un relajado James Steward o a su compatriota el astronauta Neil Armstrong, visitas ilustres, a las que se suman decenas de familias anónimas que han pasado veranos tras veranos admirando sus paredes enchapadas en madera de araucaria, esperando cómodamente que pase una tormenta, mirando atardeceres del sur, jugando cacho hasta las “tantas de la noche” o secando toallas en la terraza de alguna de sus cabañas. Israel San Martín, el barman del hotel con sus famosos pisco sours, es un emblema del Chile que no debemos olvidar.
Dirección: Camino Pucón a Villarrica, km. 2. Región de la Araucanía.
Teléfonos: 45 2441011 / 45 2441012
Servicios: Restaurant, sauna, piscina temperada y de hidromasaje, masajes, caminatas Parque Antumalal, bar, playa, muelle, late check out sin costo, asado chileno día 17 de septiembre.
Habitaciones: 15 (2 suites familiares, 1 habilitada para discapacitados y 1 suites familiar); 3 chalets y cabaña Casa Lago Antumalal (6 personas).
Precios temporada baja -15 marzo a 14 diciembre: US$264 por noche (más IVA).
The Singular Patagonia – 15 minutos de Puerto Natales
La Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego, mejor conocida como Frigorífico Puerto Bories, es un emblema de arquitectura industrial post victoriana – hoy rescatado por el Hotel The Singular Patagonia – que permite conocer la historia de Magallanes, de la Patagonia y de la inmigración europea que llegó a Chile desde fines del siglo XIX. Así, mientras en la zona central aún se trabajaba con bueyes, en el fin del mundo, ya por 1915, se forjaba la tierra con un temple distinto, mezcla de acero, ingeniería de avanzada y ganadería ovina a gran escala.
Gracias a la carne congelada de nuestra Patagonia, además de lana, cuero y grasa, se abastecieron cientos de soldados durante las dos grandes guerras mundiales y también gracias a Bories nace Puerto Natales. Este recuerdo podría haber quedado solo en las historias orales que muchos de los natalinos tienen del frigorífico, si no fuese por el rescate que, tras su cierre en los años 70, realizó la familia McLean en 1995. Gracias a su empeño la construcción – ya en ruinas – fue declarada patrimonio nacional en 1996. Luego de grandes reformas y de la adición de un sector de habitaciones del hotel, hoy es posible visitar este singular museo de sitio sin necesidad de alojarse ahí. El tour guiado se realiza todos los días, desde el 28 de septiembre al 15 de noviembre y desde 16 de marzo al 2 de mayo, previa reserva al mail expeditions@thesingular.com.
En el recorrido, las máquinas y hornos provenientes de Liverpool, Inglaterra, aún resuenan entre las paredes de ladrillo y no hace falta demasiada imaginación para recrear el ajetreo que invadía el muelle cuando comenzaba la faena en febrero; el impacto de la luz eléctrica que emanaba el edificio en medio del fiordo de Útima Esperanza, la salida de los vagones del tren cargado de lana de primera calidad o el sistema de turnos que le permitió emplear a más de 400 personas. El pasado también se siente en otros espacios como el actual Asador, ubicado donde antes funcionaron las salas de tren, la herrería y tornería del frigorífico, donde hoy se asan corderos al palo, una de las especialidades culinarias de la región. Para alargar la visita guiada y la memoria, también es posible tomarse algo en la zona del comedor y bar, disfrutando del viento y de las nubes, también patrimonio de la Patagonia.
Dirección: Puerto Bories s/n. Provincia Última Esperanza. Magallanes.
Teléfono: 2 2306 8810.
Servicios: Transfer aeropuertos; menú de expediciones The Singular con guías; piscina temperada, sauna y vapor, masajes, restaurant, bar, asador, biblioteca, museo, habilitado para discapacitados.
54 habitaciones single y 3 suites.
Precios temporada baja – 28 septiembre a 15 noviembre: Programa Full Board, Half Board y B&B combinables.
Full Board desde $529.750 hab. doble por noche hasta $692.250.
B&B desde $276.250, hab. doble por noche, hasta $409.500.
Tarifas especiales niños de 13 a 17 años.