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En el Día de los Muertos: Paseos para vivos

Oct 31, 2016

La muerte nos ronda, siempre. Pero cuando se avecina una fecha anual y conocida como el llamado Día de los Muertos,  ya sea en forma de Halloween, Catrina, de disfraz o bolsas de caramelos, ésta se nos acerca mucho más.

Es esa proximidad que nos invita – como en ninguna otra fecha – a visitar turísticamente cementerios. Si lo piensan un poco, no hay villorrio, poblado, pueblo o gran ciudad que no tenga, al menos, uno de estos espacios bien llamados por los griegos «dormitorios».

Hoy, y como quizás ya vaya siendo el sello de mi blog, invitarlos a visitar un cementerio casi perdido en una región también casi perdida del norte «chico» chileno: Región de Coquimbo, Provincia de Ovalle, pueblito de Tamaya. Cementerio de Cerrillos de Tamaya.

Cementerio Cerrillos de Tamaya

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Si no me llevan, no llego. Así de escondido y casi abandonado está el Cementerio de Tamaya (Ver más en El Ovallino) y en sitio de la Virgen de Andacollo. Virgen de Andacollo

 

¿Qué lo hace único y atractivo?

Son sus «réplicas» de la iglesia de Andacollo (entre otras) o lo que, suponemos, son las réplicas de esta iglesia icónica en el Norte Chico chileno donde entre el 23 y 27 de diciembre de cada año (fiesta Grande) se venera a la Virgen de Andacollo o Reina del Cobre (si consideramos el quechua Anta – coya).

Viéndolas así, cada tumba y mausoleo en el cementerio de Tamaya resulta ser el último eslabón de aquel sincretismo religioso tan habitual en todo el continente. Así como esta «basílica» de Andacollo real es levantada en medio del árido desierto de Atacama y se caracteriza por 2 torres y una cúpula de estilo romano-bizantino, así también es replicada una y otra vez en Tamaya: Las hay de colores azul cobalto, rosado chicle, amarillo patito, azul marino, blanco, melón, rojo desteñido, púrpura o siga imaginando colores… La réplica es la esencia de este camposanto.

Aunque es pequeño en superficie, la vista se pierde, se entretiene y se asombra de la inventiva popular que va conformando un pastiche o mosaico de múltiples colores, alturas y formas, y que el sol inclemente de esta región, contrastado sobre el cielo azul, no puede si no maravillarnos más.

Quien piense que un cementerio tiende a ser lúgubre y oscuro, que venga a Tamaya pues aquí es la muestra de que los caminos del más allá tienen más luces que sombras.

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Para llegar

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Tomando la ruta D-555, debe llegar al pueblo de Tamaya, y doblar a la derecha donde están los Carabineros. De ahí seguir el angosto camino, entre casas y luego e medio de un breve bosque privado, hasta que el camino se abre a una esplanada de tierra y casi sin aviso, nos encontramos en la puerta de acceso del cementerio.

Cuando fui, había mucha basura, lo cual no solo me molestó si no que me apenó. Si van, espero que hoy algo haya cambiado en ese sentido. Pero, como sea, la visita vale la pena.

Para completar la visita, de Tamaya, váyase raudo y aun en recogimiento a visitar otra hermosa iglesia en Barraza (a unos 30 kms de Ovalle) fundada en 1680 Pueblo de Barraza – Limarí y Ovalle nativo No se haga el melindroso, y siga este consejo: Pregunte por la cuidadora de la iglesia a ver si le muestra el magnífico museo de la capilla que guarda tesoros religiosos de la época de la Colonia, impensados en esas 2 salitas.

Y almuerce rico allí pues en Cabildo Abierto (Calle Alfonso 380 – Barraza, Chile Tel. +56 9-4255367). Allí conocí a una pareja de emprendedores con un lugar delicioso de comida sencilla como plateada y pescados de temporada con barra de pisco sours y hace un año estaban por abrir habitaciones para alojamiento. Los fines de semana también acogen a artesanos del lugar para que vendan sus productos de piedra allí. el lugar es abierto, fresco y se puede ir con niños.

Tome el fresco de la tarde en la plaza de Barraza, y diviértase leyendo los «letreros» colgados en algunos de sus añosos árboles. No le digo más.