Día – o al menos mañanita – de delicias cotidianas.
Clase a las 7:30 am. Sensación térmica 2 grados Celsius. Salgo de yoga muerta de frío. Decido entrar por un capuchino al Café del Ópera Café del ópera (www.operacatedral.cl), aun no dan las 9 am. Primero silencio; y tras unos 15 minutos empiezan a llegar los primeros invitados. Yo desde arriba no los veo pero son parejas, son colegas, más hombres que mujeres. Suenan al chinchín las tazas con las cucharas; me despiertan y me animan como señoritas quinceañeras cuchicheando en fiesta de primavera. A su lado, la máquina de café texturiza la leche, saca espuma, azúcares y surge esa magia que me fascina del café. Son los aromas; son mis sentidos siempre alerta y nunca iguales a otros. Cada día un nuevo café y un nuevo descubrimiento. Para buen colmo, de fondo se oye a Gainsbourg , monsieur Serge Gainsbourg insinuando con su ronquido «j’aime ta couleur café » en una melodía medio bossa nova, medio pop, toujour charmant. Y así. ..No ha pasado ni media hora, aún es martes, aún hay decenas de mails por responder pero ya no tengo tanto frío.