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Club de Ajedrez de Plaza de Armas – SCL

Abr 8, 2017

Parece que llevaran siglos ahí, moviendo peones y reinas a su antojo. Parece que en la esquina sur oriente de la Plaza de Armas de Santiago, a la vera de la Glorieta, el tiempo estuviera retenido. Que las mesas y sillas casi escolares nunca se fueran del todo. Que los jugadores de ajedrez fuesen parte de una coreografía muda de toques de mesa, toques en el reloj, miradas reconcentradas en el tablero y suaves movimientos de brazos. Si acaso, un acomodo del pelo – muchas veces escaso – de una mano obrera y funcionaria.

Pero no. Esos protagonistas involuntarios de la escenografía urbana santiaguina solo llevan ahí unos 30 años. Ese es el recuerdo, al menos, de uno de sus socios veteranos, don Francisco Salgado, quien aprendió a jugar gracias a su hermano, y su hermano aprendió de su padre, y sus propios hijos aprendieron de él. «Es un juego entretenido, para gente con cierto coeficiente intelectual…ya sabe…hay que estudiarlo, es casi una profesión», va soltando en reflexión don Francisco, cuando uno le pregunta si es muy difícil aprenderlo.

Y aunque parece esquina de hombres, don Francisco se apresura a dejar bien claro que el Club de Ajedrez de la Plaza de Armas de Santiago (con personalidad jurídica y todo legalmente constituido) SÍ admite mujeres, niños y que pueden ir a sentarse a jugar todos quienes así lo quieran, sean socios del Club o no.

Jugar ajedrez…cosa de todos

Llegar y sentarse. Encontrar su pareja de juego o invitar a quien sea a combatir. La mesa está servida desde las 10:30 de la mañana hasta, más o menos, las 9 de la noche, cuando los operarios de la Municipalidad retiran el mobiliario. La mesa- batalla, en Plaza de Armas, ya lo sabe, siempre está abierta.

Mujeres y niños no pagan, o sea, juegan gratis. Socios del Club, veamos: Socios mayores de 60 años pagan $2500; los demás socios pagan $3000. Para ser socios de este Club, se paga cuota de inscripción de $5 mil pesos y juega todo el mes. Sigamos: Si solo quiere jugar una vez, anda de paso, en fin…Paga $500 pesos.

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Juega y calla

Toman café en vasos de plástico. Las manos solo se asoman a la mesa cuando hay que mover una pieza o detener el cronómetro. Si acaso acomodarse en la silla. Silencios de boca. Silencios de habla. El pensamiento está en alerta máxima. Inteligencia o no inteligencia. Libros más, libros menos. Todo lo que sabías o creías saber del ajedrez, se transa en unos minutos. Quizás 25, quizás 60 minutos. El ajedrez es para callar, no se habla en esta esquina de la plaza. A lo más, te detienes a mirar, pero nunca, nunca a comentar ni siquiera el estado del clima, así esté lloviendo sobre Santiago. Son las reglas no escritas del juego. La mesa, el tablero, la batalla ya tiene suficiente con el diálogo interno de cada jugador. Si usted no lo entiende, vaya entendiendo que esta esquina no es el lugar para averiguarlo. Siga caminando. Calle Estado, la Catedral o las fritangas y completos del Pasaje Fernández Concha están a 10 metros. Tan cerca como el error de una pieza mal movida.

Jaque mate. Rey amenazado, pero son las Reinas las que dan el golpe de gracia o será el caballo (no lejos de aquí está el fundador de la ciudad, Pedro de Valdivia, sobre un caballo)…¿Será la vida así? Vaya usted y averígüelo en la esquina de calle Merced con Paseo Estado. Pleno centro de Santiago. Chile mismo y desde adentro.