Se fue el verano y entró con ganas el otoño, la estación de las hojas caídas. ¡Pero las ganas de conocer Chile no caen! Más bien suben las excusas para seguir disfrutando de los fines de semana que, largos o cortos, aun traen días para sacarle el jugo a la variada geografía chilena. Tome nota y aproveche el otoño chileno que, de norte a sur, puede ser cálido, lluvioso, colorido de rojo, café o blanco nieve.
La lista que les doy a continuación es acotada a mis últimos descubrimientos hoteleros así es que, por favor, no la den por cerrada.
Hacienda Juntas
Referencia: 30 minutos de Ovalle – Norte Chico.
Web: www.haciendajuntas.cl Link
De Ovalle hacia adentro, a unos 30 minutos puede transportarse a otra época y no salir nunca más de ahí. Hacienda Juntas era la casa patronal que sus mismos dueños mantienen hoy convertida en el mejor hotel de campo-boutique-familiar-romántico de la región. Si junté todas estas características es porque las reúne divinamente ya sea por los largos pasillos de piso de piedra; los livings que aparecen casi por sorpresa con vistas sosegadas sobre unos viñedos o sobre el valle de río Grande; quizás por su piscina; por la zona de juegos infantiles; su capilla, por sus desayunos de campo o por sus habitaciones con chimenea, por si le tocan días de frío.
Si le dan ganas de pasear, desde Hacienda Juntas puede adentrarse hacia Sasso, Tulahuén o Carén, pueblitos situados entre caminos serpenteantes y cerros maravillosos que cambian de color a cada hora. Una de las paradas más cercanas al hotel es la Pisquera Chañaral de Carén. He recorrido harto y cuesta encontrar un sitio a borde de camino, debidamente señalizado, artesanal, abierto todo el año, atendido por sus dueños y donde puede comprar pisco de primera calidad ( Link) . De ahí puede seguir el camino en un paseo que es para día completo, hasta el pueblito de Tulahuén. Los atractivos de Tulahuén son un todo en los que le recomiendo mezclar tiempo para disfrutar el silencio, el viento del otoño, una visita a su bosque de chañar, a la tumba del fotógrafo chileno Sergio Larraín y a alguna de las tiendas /talleres de artesanía en lapislázuli ya que Tulahuén es el único lugar del mundo en la actualidad donde se está produciendo esta piedra semipreciosa.
Otros paseos recomendados lo pueden llevar por pueblitos pequeños por valles y cajones menos conocidos como El Maqui, Sasso, Rapel o Carén, donde el disfrute está en parar (sí, deténgase, porque el turismo aquí no es de llegar a un lado, sino valorar el recorrido, el hablar campesino de sus gentes con el ñor y ñora). Mi recomendación es parar/ bajar del auto porque sí a observar cerros, a tratar de divisar un cóndor, subir cerros, curiosear una animita o pasar a ver qué producto artesanal hay en el almacén del barrio, y quedarse conversando con los parroquianos que se apuestan en la puerta del negocio, por mencionar algunos. Otro lujo de estos lugares es la nieve, ya que cuando nieva, hacen helado de nieve de canela o de leche.
Lo importante es que, llegando a Hacienda Juntas, usted venga con queso de cabra de la región, pan hecho en casa y la fragancia de las frutas que aquí son tan variadas, que van desde guayaba (abril empieza esa temporada) hasta mandarinas. Y qué decir si le toca la suerte de encontrarse en temporada de higos…sume un buen vino o pisco de la zona, un queso de cabra – ojalá de cordillera y tiene aperitivo irrepetible.
Cuarzo Hotel
Referencia: A 10 minutos de Pichilemu – Región de O’Higgins – 4:30 horas al sur-oeste desde Santiago según sitio Las Distancias.com link web
Web: www.cuarzolodge.cl Link
Aquí las habitaciones son cabañas súper cómodas en espacios, con su pequeña terraza delantera pero, ojo, están lejos del mar. Así es que el disfrute va por ese lado «campo» que ofrece la costa de Pichilemu. Habrá que atravesar la carretera para acceder a la playa pero el hotel cumple con todas las exigencias que uno le haría a un hotel boutique bien relacionado con su entorno. Los desayunos son exquisitos, con miel de la zona, pan hecho en casa, huevos de campo y, uno de los lujos y productos estrella que es la sal de Cáhuil. A veces hacen clases de yoga o retiros de yoga y apuntan a esa cosa «mística» del cuarzo. Porque, claro, se llama Cuarzo Lodge aduciendo al supuesto efecto relajante de esta piedra. Yo se los recomiendo porque haya sol, lluvia o esté nublado, el hotel está hecho para estar en este preciso lugar (eso es algo que valoro de un hotel boutique) y te atienden bien.
Aunque de abril a noviembre las salinas de Barrancas y Lo Valdivia están «inundadas» y no es época de sal, un paseo recomendable es el pueblito de Cáhuil o ir a dejarse envolver por la fuerza de las olas en Punta de Lobos o, en un paseo más largo, seguir al humedal de Llico o tomar clases de surf ya sea en Pichilemu o Punta de Lobos. Hay muchas cosas ricas pasando por la costa del Maule como salir a buscar jaibas en bote, hacer kayak o, algo más de adultos, tomarse un aperitivo en el Hotel Alaia. Les dejo la curiosidad. De todas maneras, la bolsa de compras aquí tiene que regresar a Santiago con sal gruesa (también hay saborizadas con merkén y otras hierbas), quinoa en todas sus formas (hay café, queques, quinoa inflada o al natural) y papayas de Lipimávida.
Hotel Ladera: ser vecino de Pedro de Valdivia norte por un día
Referencia: La dirección exacta dice calle Artesanos que es una pequeña calle circular que desemboca en Los Conquistadores, pero la referencia puede ser Pedro de Valdivia ya que es la calle de la esquina del hotel. El edificio no tiene más de 8 pisos y se combina bien con el resto de edificaciones del sector. Metro: Pedro de Valdivia.
Web: ladera.cl link
Me confieso: Yo adoro el barrio Pedro de Valdivia Norte, en la comuna de Providencia. Es ese barrio que queda cruzando el río Mapocho en dirección al cerro San Cristóbal a la altura de calles Suecia, Los Leones, La Concepción o Pedro de Valdivia, y que está tan cerca de todo como lejos del bullicio capitalino.
Desde aquí se puede subir al cerro, pasear por el parque de las esculturas, pasear en bici por ciclovías en ambos lados del río; llegar caminando a almorzar o cenar en restaurantes como el 99, Baco, Dónde está Coco; Holm, Liguria, Flaubert, Le Bistrot o el mall Costanera Center. Comprar libros en la Contrapunto o Altamira; descubrir productos orgánicos en el Drugstore en la feria que se coloca los sábados o pasar a tatuarte al Portal Lyon. Si pudiera, viviría por ahí. Así es que cuando supe que existía un hotel por el barrio, reservé un fin de semana con mi hermana con la simple excusa de vernos y dejarnos llevar por la brisa del cerro y una magnífica terraza. Así llegamos a la «ladera».
Aun había calor en Santiago así es que mis 2 días transcurrieron entre la piscina de la terraza donde – previo bloqueador solar – me instalé a leer el diario, tomar agua y…dormir. Mientras, mi hermana descansaba y estudiaba en la habitación. Como la hora del desayuno es abierta, y puede convertirse en brunch o almuerzo, quedamos de reunirnos abajo tipo 11 am. Les cuento que pude bajar en bata, y agradecí este gesto de relajo ya que, de hecho, me pasé casi todo el día sábado en traje de baño y bata. Iba y venía al spa, a la piscina, a la habitación…como si estuviera en mi casa! No sé ustedes, pero eso puede ser un gran detalle en cualquier hotel, sobre todo cuando es pequeño y tú vas en plan descanso, no corporativo.
Sigo con el desayuno: Es variado y está bien montado. Es decir, te dan esas ganas de probarlo todo como si después del desayuno el mundo se fuera a acabar. Las frutas frescas, bien. Yogurt natural, bien. Variedad de quesos y fiambres, bien. Cereales y granolas, bien. Jugos frescos, bien. ¿Pastelería hecha en casa? Más que bien y, lo destaco, pues desde el brownie hasta el queque estaban recién hechos. Los panes son del Eric Kayser y te ponen variedades con cúrcuma o semillas, de esos que no puedes dejar de comer. ¿A la carta? ¡La golosería continúa! Hay carta de huevos y más cosas dulces y como podíamos pedir tostadas francesas (french toasts), las pedimos. Venían con su detalle de frutillas y azúcar flor espolvoreado encima … tenían también ese toque de canela que me encanta sobre el pan. ¡En fin, que mientras lo escribo ya estoy salivando! Estaban per-fect-tas. También pedí mi infaltable huevo pochado y capuchino. Como les decía que la opción del desayuno se acerca al almuerzo, pedí una ensalada fresca así es que los huevos los acompañé con algo distinto.
Como soy peatona, salí del hotel Ladera caminando…cruzamos juntas con mi hermana el puente mirando el atardecer sobre el río en un día domingo cualquiera. La dejé en el Metro para que siguiera rumbo a la V región y yo, así de relajada tras la pasada por el Ladera…seguí caminando por el parque.
Hotel Verso – Valparaíso: Poesía con toque de barrio porteño
Referencia: Calle Mena 665. Esto es en el Cerro Florida, a una cuadra de La Sebastiana y de Av. Alemania. Y, desde el plano de Valparaíso, marcaría casi línea recta desde la Plaza Victoria.
Web: www.versohotel.cl Link
Abrió a fines de 2015 y es de los hoteles más nuevos en Valparaíso. Lo destaco porque su modernidad, funcionalidad y por la terraza que, espero, se llene sea invierno o verano. Me gustó el hotel y ya me he quedado 2 veces (la última en noviembre de 2016) porque le propone a Valparaíso un nuevo edificio – ícono que se destaca desde los cerros vecinos: por fuera es concreto a la vista, mientras que en su interior y 19 habitaciones, es poesía y confort simple. Para regalonearnos, tiene una terraza panorámica y tinas calientes que más que sumergirte en el agua, te permiten vibrar con el ritmo de las luces, con algún grupo de música que invitan los fines de semana y, para seguir la mezcla, con el sube y baja de un cerro con acento local como el Florida. Aunque está a una cuadra de La Sebastiana, la mítica casa del poeta chileno Pablo Neruda, lleva el ritmo del barrio y sus almacenes. Cuando sales, te topas con una Comisaría justo a un costado, o con el cumpleaños infantil en la casa del vecino. Así es el entorno y la posibilidad que te da el Verso. La promoción de invierno – con tina de agua caliente incluida – comienza en abril y sigue hasta el 31 de octubre.
Ahora sigo con el interior: Mi habitación no era muy grande (como iba sola tampoco necesitaba más) y creo que, excepto algunas pocas, sus tamaños están hechos para la funcionalidad. A mí me fue bien así pero debe haber gente que, si van en pareja, quieren desplazaaaarse por la habitación. Aquí, no. De partida el baño y la ducha están separados de la cama por paneles de vidrio casi transparentes y a modo de closet hay un mueble abierto con percheros y espacio para colocar cosas. Me recordó algunos hostels de Alemania y Holanda. Así es que si conocen esta estética, va por ahí el asunto en cuanto a diseño. Lo especial aquí es que cada cabezal lleva las líneas de un poeta.
A mí me encantó la terraza con una vista sobre Valparaíso que casi te eleva al cielo y, que aunque haga frío, deberíamos aprovechar más. Sobre todo porque el hotel se puso las pilas y ahora tienen un cocinero de tomo y lomo que mezcla bien el producto fresco de la zona con preparaciones entretenidas. Por ejemplo, había un crudo (tártaro le dicen aquí) con yema y un ketchup que en lugar de ser de tomate, era de ciruela. Yo me fui por un risotto de machas muy rico y distinto. Supongo que, como se guían por los productos de la estación, la carta variará en consecuencia pero la buena mano, está.
Siguiendo con la cocina, el desayuno Verso se sirve en el patio interior que es también parte del lobby. Me encantó este espacio con luz natural, linda cerámica, plantas y que, al final, es un placer sólo comparable a sus panecillos con mermelada de naranjas, la tarta de manzanas, o los huevos hechos como quieras, porque todo es hecho en casa.
Ideal: Para viajeros solitarios y parejas relajadas y que aprecien el diseño.
La Residencia de Max: Viña del Mar nostálgico
Referencia: Calle Vista Hermosa 94. Cerro Castillo. El Hotel es una casona blanca que se ve desde calle Von Schroeders y el final de la calle Valparaíso, en un costado del cerro Castillo.
Web: www.residenciademax.cl Link
Max Ahumada nació y creció en el Cerro Castillo de Viña del Mar. Es artista y quizás por eso ha respetado la distribución original de esta casona de 3 pisos con 5 habitaciones en la que desde hace casi un año recibe a sus huéspedes. Es un hotel boutique con vista, pero no al mar sino al pasado. Invita a relajarnos al ritmo de su jardín lleno de esculturas, objetos encontrados y frutales; o de un aparador original del Chez Gerard lleno de objetos que creíamos inútiles, pero que despiertan conversaciones, curiosidades y admiración.
Aunque tiene una impronta antigua, por su amplitud, es perfecto para ir con niños y dejarlos jugar en el patio…como antes. De hecho, algo que se aprecia y sorprende, es la amplitud y, dicho directamente, lo enorme que eran los pasillos, los baños, las habitaciones y hasta los closets. De marzo a diciembre anuncian «temporada baja» así es que es el momento ideal de probarlo.
Ideal para: viajeros que quieran conocer el pasado de Chile central y familias de hasta 3 niños.
Hotel Parque Quilquico – Chiloé: Descubra la Península de Rilán
Referencia: La península de Rilán queda frente a Castro, la capital de Chiloé pero recomiendo llamar al hotel para que ellos den la mejor ruta ya que son caminos rurales, aunque bien mantenidos. Es muy cerca de Castro, pero mejor preveer la llegada pues señalética puede ser confusa.
Web: www.hpq.cl Link
Castro está a 3 horas en avión de Santiago. La Península de Rilán a 16 kilómetros de Castro; y Parque Quilquico está abierto todo el año. Si aún le faltan razones, aquí les comparto 3 de las buenas: Es un hotel para ir en pareja, alojarse en onda romántica en alguna de sus habitaciones mirando el humedal de Pullao y disfrutando su spa y exquisitas cenas con papas chilotas. Puede ir en plan familiar, alojarse en uno de sus palafitos y pasar una tarde de lluvia en la piscina temperada o irse a recorrer el pueblito de Rilán con su iglesia recientemente remodelada, la isla de Tev o almorzar en las cocinerías de Dalcahue.
Si lo suyo es la exploración, desde Quilquico puede contratar cabalgatas o excursión por los mares interiores y llegar tardecito a tomar el aperitivo – piense en un pisco sour de miel de ulmo – con la mirada perdida en el crepitar de la chimenea. ¿Qué más razones le hacen falta para conocer uno de los secretos mejor guardados de Chiloé?
Ideal para: familias hasta 6 personas y parejas. También se puede ir solo a cenar o almorzar.
Qamaqi en Cajón del Maipo: Merecido descanso a 1 hora de Santiago
Referencia: Está antes del restaurant con forma de árbol ubicado a orillas del río Maipo. De hecho, antes eran del mismo dueño.
Web: www.qamaqi.cl Link
Salimos de la comuna de Providencia en un día laboral cualquiera y en 1 hora exactamente estábamos en el lobby de Qamaqi, ubicado en el sector El Guayacán del Cajón del Maipo, ese pulmón y reserva energética que tenemos en Santiago y que no siempre recordamos. Esta promesa cumplida fue sólo el comienzo de varias más que nos fueron maravillando en sólo 48 horas: una amplia habitación con ricos bombones de cortesía; aperitivo en la piscina y almuerzo con un más que respetable filete y papayas a la crema de postre. Sencillez bien llevada que a veces es lo único que uno necesita para relajarse. Luego, tarde de masajes en pareja y atardecer entre el espumante, la piscina, la tina de agua caliente y las estrellas. Todo cerca, todo pensado para no salir de Qamaqi, un hotel que muchos deben conocer de los tiempos en que se llamaba Peumayén, que cambió de dueños pero sigue siendo un recomendado fiel. Si le dan ganas de estirar las piernas, hay un pequeño sendero que bordea el río y desde donde podrá seguir el sinuoso curso del Maipo.
Ideal para: Parejas, familias, gente que quiera desconectarse con spa incluido y escapadas de grupos de amigos.
Hotel Casa Silva: Lo más cerca del vino.
Referencia: Pasando peaje Angostura, Panamericana Sur, poner atención a la mano derecha – oeste, a salida El Tambo y de ahí son 5 minutos a la puerta del hotel.
Web: www.casasilva.cl/hotel Link
Está casi al llegar a San Fernando, a 1:30 mins. de Santiago; y ofrece la experiencia única de dormir y descansar en una viña. Así de sugerente. Son sólo 7 habitaciones y el ambiente es tan íntimo y relajado como si los mismos dueños hubiesen abierto su casa – de más de 100 años, adosada a la bodega y recién remodelada – para recibir a sus amigos. La estadía se combina perfecto con algún tour y almuerzos o cenas en el restaurante, que es la excusa ideal para cruzar sus viñedos y llegar a un campo de polo y una medialuna. En Casa Silva se prueban algunos de los mejores vinos del Valle de Colchagua e incluso algunas joyitas producidas por la viña en el Lago Ranco.
Ideal para parejas y amigos que quieran descansar y conocer más sobre vinos.
Ismael 312: En la intimidad de Lastarria – Santiago.
Referencia: Es un hotel para llegar «a pie». Tiene 2 entradas: por Monjitas (donde al frente hay un edificio de estacionamientos) o por Ismael Valdés Vergara que es el nombre de la calle que, desde Estación Mapocho, viene rodeando el Parque Forestal y que en este trozo es adoquinada. El nombre del hotel es la dirección, así es que es fácil llegar. Metro: Bellas Artes – Línea 5.
Web: www.hotelismael312.com Link
Ideal para viajeros en pareja, solitarios o trotamundos que valoran espacios funcionales con arte y buen diseño. Aunque no tiene más de 4 años abierto, el hotel Ismael 312 parece llevar toda una vida entre el Parque Forestal y calle Monjitas. Es como el mejor vecino del barrio Lastarria, el que te deja salir a cenar, tomar un vinito y regresar caminando a tu habitación; el que te recomienda una buena obra de teatro en el GAM; te deja quedarte horas hojeando libros de la historia de Santiago en su exquisito lounge, o el que de cortesía, te deja una botella de espumante en la habitación. Como sea, para mí, no hay otro hotel tan cerca para despertar en el Parque Forestal, como en Ismael 312.
Los precios de las habitaciones dependen de si dan al parque o hacia calle Monjitas; y hay una suite con una bañera de ensueño. Pero la diferencia de precios, por lo que fui indagando después de mi alojamiento, no varía tanto y si van en plan parejas, de todas maneras recomiendo alguna de las que dan al parque, solo por la vista. Del otro lado, y aunque las camas, decoración y todo lo demás es igual, se lo recomendaría a viajeros corporativos o que no tengan interés en ver el parque.
El desayuno se pide «a la carta» ya que pueden ser unos huevos, croissants, jugo natural y café, por mencionar algunos clásicos; o pedir huevos revueltos y yogurt natural con cereales y un chocolate caliente…En la barra de la zona de la cafetería se disponen panes, cereales, frutas. termos de agua, café, tés, algunas viennoiseries como «pain au chocolat» y así cada quien elige lo que quiere. Me gustó lo fresco de todos los productos y mi huevo revuelto estaba cremoso.
Además, me pude ir a tomar el segundo café en el lobby, que es pequeño pero tiene una de las bibliotecas especializada en arte, diseño y arquitectura chilena más interesante. Lo convierte en muro, diseño y contenido al mismo tiempo. Si el día lo amerita, uno también podría ir a sentarse en las mesitas que dan frente al Parque Forestal.
Ideal para parejas y viajeros con intereses estéticos/artísticos, que quieran moverse a pie por Santiago.
Hotel Awa – Puerto Varas
Referencia: El hotel queda al borde mismo del lago Llanquihue en el camino a Ensenada, a la altura del km. 27 así es que hay que llegar al centro de Puerto Varas y «salir» en dirección a Ensenada, ruta 227. También llegan las micros interurbanas y hay una ciclovía que, eso sí, en otoño se vuelve compleja por la lluvia.
Web: www.hotelawa.cl
Awa – agua – lago – spa – vino – agua…Qué les puedo decir? El hotel es perfecto. Arquitectura adaptada al entorno, es decir, de esas que se impone pero no interrumpe lo rústico, ni las vistas.
De hecho, todas las habitaciones dan al lago. Pasé 2 días y, como es la tónica en el sur de Chile, uno de esos días me llovió pero al otro tenía un esplendoroso cielo azul. Lo menciono pues sin bajarme de la cama, con el control remoto subí la persiana y un día tenía el sonido de la lluvia, el arrullo de las nubes y la idea de que el volcán Osorno estaba allí. Y al otro día, aun antes de que saliera el sol, vi el alba elevando sus colores azulosos y rojizos por detrás del volcán e iluminando poco a poco las aguas del gran lago del sur de Chile. La poesía surge sola en estos parajes, como lo verán.
A eso le vino una ducha mirando el paisaje y un desayuno con «todo hecho en casa» que, sobre los típico, tenía cositas especiales como pepinillos, charcutería especial (algo típico de esta zona de colonos alemanes), salmón ahumado y, como verán en la foto, unos pochados perfectos y hasta con flores comestibles.
Luego me fui a hacer rafting (todo coordinado por el mismo hotel según mi pedido) y me dieron un snack para llevar. Volví a la cena y debo decir que me sorprendió la carta de vinos pues yo que algo sé de pequeñas viñas y vinos naturales, me encontré con botellas y eqtiquetas que aun en Santiago no se ven a menudo en hoteles como Aúpa Maitía y su pipeño, entre otras, y, claro, también habían cervezas artesanales de Puerto Varas.
El spa es historia aparte. Martín fue mi masajista y lo recomiendo porque cumple con aquello de fuerza y dedicación que para mí es fundamental es todo masaje. Después de todo se trata de que alguien desconocido te va a transmitir su energía, pondrá sus manos sobre tu cuerpo y eso es importante, es especial y así debe ser un masaje. La vista, una vez más, es otro protagonista de esta zona del hotel ya que su gran piscina, casi translúcida, da vistas permanentes sobre el lago y el volcán.
Yo fui a fines del año 2016, y ya me parecía ideal para escapadas, luna de miel, matrimonios con hijos grandes que quieren seguir pololeando…tercera edad…pero ahora me fijé que tienen promociones de fines de semana así es que con mayor razón «hay que ir». Y lo digo no sólo para los viajeros de Santiago, si no, por qué no, alguien de Iquique que añora la lluvia desde la paz de una habitación cobijada con lanas, tina, buena gastronomía y masajes a pedido. Mail: reservas@hotelawa.cl
Ideal para: parejas, recién casados, familias con hijos que quieran actividad combinada con relajo; sibaritas de la buena cocina de mercado, con productos de la zona.