Hay 6 (y más) cosas que descubres visitando o viviendo en Portugal y que creo debes saber antes de llegar al país. Son quizás detalles del día a día, confusiones con el transporte o novedades de un país que en los últimos 4 a 5 años ha explosionado al turismo de masas. Señoras y señores, pasen a ver y a tomar nota.
1.- Lista de precios de café: no existen o están escondidas.
Para una real experiencia portuguesa, te guste o no beber café, tienes que entrar a un café de esos con toldos blancos y con la marca de alguno de los cafés más populares, sea Sical, Delta, Buondi, Nicola o Tropical. En general, son lugares a media penumbra donde los más portugueses permanecen parados apoyados en la barra y jamás junca se sientan, si no es para llenar la cartilla de algún juego de azar. Lo más sorprendente no es eso. Esperen. Lo que tengo que advertirles es que casi nunca (solo excepciones en cafés hipsters y de especialidad) encontrarán una lista de precios*, ni menos un cartel o pizarra con la lista de todos los posibles tipos de cafés que ofrecen. ¡Y hay bastantes! Sin contar, además, de que venden vino en copa y cerveza. Pero quedémonos en el café ya que hay variantes entre cómo nombran un café en Porto y en Lisboa, solo por mencionar las 2 principales ciudades de Portugal.
Entonces, en cuanto a precios, lo primero que hay que decir es que no hay motivo de alarma pues comparado con el resto de Europa, el café en Portugal es muy barato. Solo en hoteles (como fue mi experiencia en Sheraton de Lisboa) pagarás €4.5 por un machiatto, pero es una excepción y no la regla como en Londres, Viena o Helsinki. En Portugal un espresso puede variar desde los 0.60 hasta 1 euro si se toma en cafés al paso en cualquier ciudad o poblado. Y lo más caro lo puedes llegar a pagar, como ya decía, en hoteles, terrazas, miradores muy a la moda o cafés de especialidad que entregan otra experiencia y donde, por cierto, tampoco sobrepasan los 2 euros.
Después del espresso y del bica, está el abatanado y el carioca (no llegan a ser americanos pero se le parecen y sus nombres exactos varían de norte a sur del país). Luego, entrando al mundo de los «con leche», se abre un abanico que va desde la «meia de leite» (vaso mediano y transparente muy común al desayuno) hasta el pingo (lo más parecido al machiatto pues pingo significa manchado). Un pingo o pingado puede costar entre €0.60 y 0.80, y a este mismo café, en Lisboa, le dicen «galão».
Resumiendo, te recomiendo que entres a un café, observes la dinámica y mires qué está tomando la gente (pues dependiendo de la hora del día, los tipos de cafés favoritos cambian pero esa ya es otra historia). Luego, sin aspirar a dártelas de portugués, pues eso es imposible y ellos te identifican de inmediato como turista o extranjero, preguntes ya sea a los clientes o al dueño del café, y ellos te ayudarán a descubrir el tuyo con nombre y apellido.
* Sí existen. Después de más de un mes viviendo en Portugal descubrí, solo por preguntona que sí existen listas. Supongo que es por Ley pues existe una lista de precios pero como verán en la foto de aquí abajo, consiste en un simple papel oficial y lo colocan, o digamos que lo esconden tanto, que nadie excepto quien pregunte, lo encontrará.
2.- No están peleando, están con-ver-san-do.
Si estás en un lugar, preferiblemente una tasca, una plaza o café, comienzas a escuchar voces entre dos personas y esas voces poco a poco van transformándose en gritos, ándate con calma. ¡No te asustes! Solo son portugueses hablando de temas tan apasionantes y trascendentes como fútbol. La verdad es que el tema da un poco lo mismo: los portugueses y portuguesas hablan duro, fuerte y manotean cual italianos furibundos. Mi consejo es que tomes palco y disfrutes el momento.
3.- Billetes de transporte, nunca, nunca compatibles, pero muchas alternativas de movilidad.
¿Cuando viajas te mueves en transporte público? Si es así, tengo algunas cosas que decirte. Puede que te confundas con mi explicación porque el tema en sí mismo no es fácil, pero mi consejo general es no acumular tarjetas y, para eso, tomarte unos buenos minutos antes de comprar un «cartão» o asumir los costos sin reclamar.
Eso sí, soy optimista pues Porto y Lisboa, por mencionar las ciudades más visitadas por turistas, poseen excelentes y diversos medios de transporte ya sean autocarros (ónibus en portugués; bus o micro en Latinaomérica); red de Metro (Métro en portugués); elétrico, eléctrico o trolley; ferries fluviales o ferry boats; buses interurbanos, taxis y, of course, Uber. Pero, pero, pero resulta que solo prestando muuuucha atención descubres que no están tan integrados como ellos creen (traté pero juro que para ellos esto es obvio) y fácilmente puedes terminar tu estadía con una decena de cartãos o tarjetas que solo servirán para el trayecto que pagaste la primera vez. O casi peor, pagando viaje a viaje en el mismo bus o trolley, lo cual es posible pero afecta el bolsillo.
Ojo/piojo: Los elétricos solo existen en Lisboa, Porto y Sintra.
La validación del boleto se hace por la puerta delantera y te recomiendo no intentar otra entrada pues los choferes son rudos. Los puntos de validación del billete también están por delante. Si no tuvieses «cartão«, le puedes pagar el boleto al chofer, lo cual siempre es más caro, pero se puede.
Entonces, en Lisboa vas a tener unas tarjetas blancas o verdes oscuras que dicen Viva Viagem y también tienes el sistema Carris, que es la empresa que en la capital reúne a buses o micros y al llamado «elétrico». En Lisboa, cuando compres el boleto la primera vez te recomiendo pedir que sea integrado (en pantalla se supone que es la opción 1 y así te olvidas de pensar en qué zona incluye (daría para otra novela). Solo si es integrado (o sea que en el recibo aparecen las abreviaturas de autocarro y eléctrico) podrás usarlo durante 1 hora cambiando de un medio de transporte al otro y la tarjeta te tomará 1.5 euros. De lo contrario, te cobrará por viaje individual, lo que se traduce en 2.5 por viaje. Al momento de validar, no duele, pero en algún punto te das cuenta de que el dinero cargado no rinde y es por eso que les hago todas estas aclaraciones. Ahora bien, siendo positiva, lo bueno de los autocarros es que funcionan hasta la madrugada y en sus paraderos algunos disponen de pantallas electrónicas con las líneas en uso y el tiempo de llegada actualizado de cada una. Eso s muy útil cuando una viaja sin wifi así es que no siempre está online para seguirles la pista a través de una app.
Otra historia ocurre en ciudades como, por ejemplo, Sintra donde el cartaõs de autocarro o bus se ve igualito al de otros buses. Les cuento que para ir a Playa da Ursa, en las afueras de la ciudad – y por el buen consejo del chofer – fui a comprar un billete que por 10 euros me permitía 6 viajes. ¡Corrí feliz considerando que solo 1 viaje me iba a costar 4 euros y que con él podría moverme por toda la región! Pero no fue tan así y aun tengo 4 viajes sin usar pues había excepciones. Por ejemplo, hay un bus que solo hace el trayecto de la estación de trenes de Sintra al Palacio de Penas, que está en la cima de una colina de al menos 3.3 kilómetros de distancia y, en fin, que el día que me las doy de floja y pretendo usar la tarjeta para que el bus me suba, pues que no. Ese bus, que se ve igual al resto, y se para en los mismos paraderos, es solo para subir al Palacio y cuesta por solo un viaje, sus buenos euros. Entonces, subí trepando a pie. El sendero es hermoso, en todo caso, pues Sintra tiene varios microclimas casi tropicales.
Vamos al Metro. El Metro en Porto y en Lisboa es muy eficiente, te avisa el tiempo de llegada y espera; es muy limpio y salvo algunas excepciones, tiene excelente señalética. Ambos son pequeños en extensión pues cuentan con no más de 3 a 4 líneas en cada ciudad (abril 2019). Todo bien fácil de seguir y con colores. Debes saber que los billetes, blancos con el mismo logo de Viva Viagem, se validan al entrar y salir así es que no lo guardes tan al fondo del bolso.
Andar en tren es de lo mejor, dice la canción y yo adoro los trenes. Pero, atención, pues es siempre más caro que el bus. Hay trayectos que te recomiendo hacer en el llamado «comboio»: Porto/Lisboa; Porto/Aveiro y Porto/Regua, punto de acceso al famoso valle del Duero. Allí están mejorando la vía y actualmente se combina el viaje con buses, pero ese tren te permitirá seguir la sinuosidad del río y casi entrar a los patios de las casas con sus naranjos y limoneros.
Ojo/piojo
Al comprar cualquier billete en Portugal, el vendedor no te pregunta si quieres pasillo o ventana, tampoco si prefieres primera o segunda clase, así es que si tienes preferencias, debes pedirlas.
Siguiendo las rutas de trenes, y si estás en Porto y quieres visitar ciudades cercanas como Braga, Espinho o Guimaraes, necesitarás una tarjeta. El gran PERO es que cuando la cargas para determinada destinación. SOLO puedes usarla en esa dirección. Es decir, si te quedó un viaje pendiente Porto San Bento a Aveiro porque por alguna razón no la usaste, no podrás usar esa tarjeta en otro trayecto (tampoco cargarla y por tanto ya empiezas a acumular tarjetas!) hasta que no termines de usar el tramo pendiente. ¿Me di por entendida? Espero que sí. La tarjeta tiene vigencia por unos 3 meses, en todo caso, pero te genera confusiones entre una y otra que son , al final de todo, iguales. Por eso, mejor marcarlas con alguna señal o preguntar al vendedor. Yo terminé con varias tarjetas a medio usar y les cuento todo esto para que no les pase lo mismo.
Ahora sigámonos moviendo por Portugal. Dejé el eléctrico o trolley para el final pues es maravilloso. Funciona solo en Lisboa y Porto, sí. Es lento, sí. Y no llega a todas partes, pero te aproxima. Se llena de escolares a las 4 de la tarde, sí. Creo sinceramente que todos van a usarlo y antes debes saber que no es solo para turistas ya que el portugués lo usa como usa el Metro o el bus. Eso le da más valor, según mi punto de vista, ya que no es objeto de museo. Si puedes, acércate al conductor pues el manejo de la manilla es un arte singular que merece un aplauso. No está de más advertirte que no saques ni un cabello fuera de la ventana pues a veces la calle es tan estrecha que llegas a tocar los muros de las casas. Fíjate en ello si tomas el #28 en Lisboa y vas por el barrio de Gracia. Y también mucho cuidado al caminar por las calles donde circulan pues aunque el eléctrico siempre toca su campana, me temo que muchos distraídos y embobados con las vistas de la ciudad, coren el riesgo de ser atropellados por alguno. ¡De hecho, me sorprende que no haya accidentes reportados!
¿Necesitas cargar tarjetas? Hay muchos kioscos casi frente a las paradas de buses, también los puestos de información turística venden billetes y los domingos hay pequeñas tiendas de juegos de azar y estancos de tabaco regentadas por indios o chinos que no cierran, al parecer, jamás. También cuentas con el Metro para cargar tarjetas en máquinas automáticas.
4.- El mejor souvenir de Portugal es artesanal.
No compres pines con el «gallo» aquel. Tampoco imanes con un trolley de plástico ni azulejos de papel. Menos un stock de mini botellas de Oporto que jamás abrirás (compra pero de las «garrafas» normales y por supuesto, ábrela de inmediato!). Portugal te acompañará mejor a través de su artesanía pues tiene maravillosos azulejos, tanto antiguos como de diseños renovados; algodones, ropa de cama, mantelería, tejidos de lana de oveja, pantuflas hechas a mano provenientes de la Sierra de Estrela; lencería bordada – aún – a mano; mimbres (ojo ahí a las pequeñas cestas); joyas de filigrana y hasta cepillos hechos a mano con pelo de cabra. En fin, busca las tiendas o «lojas» con historia, sumérgete en la máquina del tiempo que en Portugal parece haberse detenido en algunos callejones y dale una oportunidad a la artesanía. No descarto, claro, el famoso corcho. Ahí detente, mira, pero no compres chucherías de corcho chino, sino que privilegia un buen objeto útil y hecho a mano. Hecho en Portugal es aún una etiqueta válida. Hay desde bolsos, zapatos, bonetes y hay muchos tipos de corcho para usos distintos. Como secreto, en Porto te invito a descubrir una mini tienda atendida por un señor algo cascarrabias que está bajando desde la Estación San Bento y antes de llegar a la Cámara de Comercio. A ver si la pillas. Y busca también la fábrica de cepillos Escovaria Da Belomonte que data de 1927 y donde el joven Sergio te tratará con absoluta gentileza y amor por su oficio. En Lisboa, imperdible es encontrar al señor Figueredo Marques, ex vendedor viajero y fundador del Armazém das malhas, cercano a Metro Anjos; y la tienda de velas ubicada en rua da Loreto, cerca del Metro Chiado. En Aveiro, además de su famosa sal, un buen punto de encuentro con lo mejor del diseño portugués y de un gusto exquisito en su selección, es Cais á Porta. Puede que esté Guillermina o el dueño Federico, y la idea es tocar, preguntar, darse el tiempo de conocer un poco más de lo que vas a comprar, sea un buen tinto, un imperbeable amarillo o un imán ilustrado con recetas típicas de la cocina portuguesa como el caldo verde. Dedicaré un posteo aparte a la cesta de comidas que deberíamos llevar de Portugal, por si acaso. Aquí me remito solo al concepto de artesanía estilo handycraft.
5.- Cuidado donde pisas o resbalas.
Portugal es país de piedra caliza, de riscos y arena. Y las calles de sus pueblos y ciudades le hacen honor. Eso es hermoso, quién podría negarlo. Y basta recorrer cualquier calle o travessa para sentirlo y admirar la paciencia que han tenido al colocar cada pequeño cuadrado de piedra blanca o gris en orden imperfectamente artístico. Lo malo es que son superficies tan brillantes como jabonosas, hechas para resbalarse, sobre todo si llueve. Así es que, por favor, mucho cuidado al intentar correr o incluso cuidado de no colocar el pie justo en el espacio entre las piedras y terminar de bruces en el suelo portugués. También quiero recomendarles usar zapatillas o zapato plano pues no se trata solo del pavimento, sino de que la mayor parte de las ciudades portuguesas están situadas en colinas (empezando por Lisboa, llamada la ciudad de las 7 colinas) y el día se pasa entre subes y bajas, escaleras por aquí y escalerillas por allá. Comodidad y atención al suelo donde pisas, debe ser tu consigna.
6.- Portugal, ¿país pequeño?
¿Portugal te parece un país pequeño? No me respondas aún. Anda y luego me contestas. Por mi parte, opino que no lo es tanto si quieres descubrir el paisaje humano y geográfico verdadero. Claro que no es inabarcable como podría parecernos Rusia o Australia, pero los invito a buscar esa escala humana que aún conserva y que está tanto en su superficie real y medible, como en sus habitantes, a medio camino entre la ruralidad del siglo 19, el bonete y la saia; y los Fab Labs, los resorts de playa transnacionales y los mercados «bio» de fin de semana. Jueguen de un bando y del otro. Combinen, intersecten, adivinen y arriesguen pues en Portugal puede ser que una playa sea muy distinta a otra aunque esté a menos de 1 kilómetro de distancia; o un pueblo puede ser tan único aunque en la postal todos se vean de piedra, salpicados de iglesias románicas, altares barrocos, miradores, ropas colgadas a las ventanas, magnolios, jacarandás o bancos de plaza vacíos.
El Portugal real, aún poco atestado de turistas, está en sus poblados y en los «entre medio» de cada ciudad supuestamente pequeña, de forma que esta lengua de tierra húmeda de Atlántico y ventosa como un barco a la deriva, se nos va haciendo cada vez más grande y atractiva. Seguro que regresas a Portugal y nunca, nunca repites destino.
¡Até logo! Hasta luego.