Blog Whereismeg

Breviario portugués #1

Mar 5, 2019

Llevo muy pocos días instalada en Portugal y, sin embargo, ya puedo decirles que, desde las cercanías de Oporto, ando feliz porque me he vuelto a encontrar con momentos visuales que me inspiran a fotografiar y escribir: están los azulejos por todos lados, a veces nuevos, brillantes, florales y, otras veces, rotos, deslavados y olvidados. Están las gentes de pequeña estatura, pueblerinas, caminantes, de mirada curiosa y desconfiada. Están las casonas impecables con altares adosados a las puertas y las fábricas abandonadas. Está el kitsh y está lo simple. La sonrisa y la palabra voladora. Está la tipografía y el idioma musical, ese que vuela solo. Y así también está el cielo y sus nubarrones alargados y ligeros. Está sin duda el mar, que parece frontera y encuentro: Una lápida móvil donde se miran los portugueses, los que caminan y los que navegan, los que tejen redes y los que bajan la vista ante el horizonte. Mis fotos siguen la piedra, la roca, el granito blanco y el negro, y el liquen que los habita.

Quisiera entregarles lo que han visto mis ojos en cada segundo, desde la cocina, el tren, la mañana, el mercado, las calles, las mesas y los muros pero siento que aunque muestran mucho, les falta el sonido. Me lamento pues sé que no puedo transmitirles sonido ni puedo hacer que escuchen los vientos portugueses, que son vientos de aquellos que quedan pegados al oído pero no a la palabra. Ya se los adelanto: el viento portugués merecería un sentimiento aparte.

Y ya ven. Aunque he reunido estas líneas bajo el título de breviario, que es por definición algo breve, no hay resumen posible en Portugal. Lo que les he enumerado es solo el instante, el desahogo de días que han transcurrido con la ansiedad propia de quien se instala en un lugar sin querer ser turista, pero que lleva el viaje y la curiosidad en su célula madre.

No puedo quejarme de Portugal. Me trae a la imaginación y eso tengo que agradecerlo pues venía de varios meses en Francia donde ya había dejado de animarme a tomar fotos. Eso, para mí, es un síntoma de cuando algo ya no me interesa. Si pienso mucho una foto…en fin, ya no la tomo.

 

Portugal, te dedico estas líneas con respeto.

No me dejes abandonarte.

Permíteme conocerte.